Sunday, June 22, 2008

La vida y sus rutinas


Hay un viejo refrán popular que dice más o menos que el ser humano se acostumbra a lo que sea, menos a no comer… Lo que en buen romance pudiéramos entender que el ser humano puede cambiar siempre sus conductas para bien o para mal…

Esta capacidad de cambiar podría suponer también que en la vida de un ser humano no existen las rutinas, salvo la de responder a la necesidad de alimentarse y aun ahí habría que preguntarles a los millones de mexicanos en “pobreza alimentaria” permanente…

Pero ese será tema de otro análisis, hoy nos concretamos a tratar de entender ese otro viejo adagio de “genio y figura” hasta la ignominia…

Desde luego que nunca podremos cambiar, al menos hasta que la ciencia no logre las mutaciones del mapa genético, que seamos como somos…

Con nuestras cualidades y defectos innatos y esa carga genética conlleva el carácter, nuestras inclinaciones, gustos, preferencias que definen nuestra personalidad y nuestras capacidades congénitas…

Pero como todo en la vida es relativo, nadie duda de la influencia definitiva que en cada uno de nosotros tienen la familia y el medio social en el que nos desenvolvemos.

Muchas de nuestras acciones y omisiones en la vida están predeterminadas, pero nada hay mas fuerte en este planeta que la inmensamente agradable capacidad individual de decidir libremente como pensar, como reaccionar y como definir lo que hacemos por voluntad propia.

De ahí aquella frase muy trillada de que somos los arquitectos de nuestro propio destino… Yo añadiría y responsables de nuestros fracasos y de nuestros éxitos.

La vida de cada quien entonces puede estar llena de oportunidades para el que las tome, las entienda y no las rehúya… ¿Cuál sería entonces la limitación a nuestra felicidad a la que tenemos no solo el pleno derecho, sino la absoluta obligación de serlo?

Yo creo que los límites a la felicidad personal independientemente de cómo la concibamos cada quien, es solo y categóricamente el tiempo que le dedicamos a forjarla que además no cae del cielo.

La calidad del tiempo que de nuestras vidas le dediquemos a buenos hábitos mentales y de la actividad diaria es en definitiva lo básico, lo fundamental para crecer espiritual y emocionalmente, para ampliar nuestro potencial intelectual que no tiene otro límite que no sean solo nuestra pereza o las trabas que nosotros mismos nos pongamos al caer en rutinas para evadir nuestras responsabilidades…

Claro está que hay rutinas y hábitos que nos fortalecen el carácter pues implican una disciplina para hacer cosas que no son fáciles ni tan agradables como la de tirarse en la hamaca de la vida.

Por ello si en la vida tenemos rutinas positivas como la de enfocar diariamente nuestra mente en lo positivo, hacer el esfuerzo adicional para alcanzar una meta, el ejercicio físico, en la sana alimentación, en la lectura y la diversión saludable ¡Bienvenidas esas rutinas!

Lo que creo que no debemos renunciar nunca es a nuestra obligación de cambiar cuantas veces sea necesario y de acuerdo a los retos que la vida nos presente para superarnos.

Debemos estar listos, prestos a abandonar cualquier hábito o las rutinas incluyendo temporalmente las positivas, para que sin temores a lo nuevo, afrontemos con decisión las opciones de cambio aun cuando nos signifiquen retos distintos, pero para ser mejores solamente.

Hay personas que creen en el destino fatal, yo creo que venimos al mundo con una página en blanco y que nosotros la escribimos cada día… Por ello vale la pena cualquier riesgo sin rutinas y por la constante renovación.

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